Cuando empiezas hacer ejercicio tu cerebro reconoce ese momento como uno de stress. A medida que la presión sanguínea se incrementa, el cerebro piensa que estás luchando contra un enemigo o huyendo de él. Para protegerte a ti y a tu cerebro del estrés, liberas una proteína llamada BDNF (Brain–Derived Neurotrophic Factor). Esta BDNF posee un elemento protector y reparador que afecta a tus neuronas y también actúa como un interruptor de reset. Es por eso por lo que a menudo vemos las cosas más claras y nos sentimos más liberados justo después de hacer ejercicio.
Al mismo tiempo, las endorfinas, otro químico de nuestro cuerpo para luchar contra el estrés, se liberan en tu cerebro. Estas endorfinas tienden a minimizar las malas sensaciones de hacer ejercicio: bloquean cualquier sensación de dolor e incluso están asociadas a un sentimiento de euforia.
Así que el BDNF y las endorfinas son las razones por las que el ejercicio nos hace sentir tan bien. Sin embargo, tienen una parte ligeramente terrorífica: su comportamiento, similar y adictivo, es como el de drogas como la morfina. la heroína o la nicotina. ¿Cuál es la única diferencia? Que BDNF y endorfinas son muy buenas para nosotros.